Me resisto al relevo, ¡esta empresa es mi vida!
Quizá no así verbalizado, pero este es el sentimiento de multitud de empresarios que un buen día tienen que comenzar a pensar en el relevo.El empresario llega a una edad en la que todo parece decirle que se deben retirar y delegar las responsabilidades en otros. La empresa va bien, gana dinero, es sostenible y las fuerzas e ilusión siguen intactas, pero… los sucesores llaman a la puerta y demandan su momento de hacerse cargo y comenzar su andadura.Muchos de esos empresarios, por diferentes razones y en diferentes situaciones, no quieren dejarlo, ni tan siquiera delegar temas intermedios. Se produce una gran resistencia y a los “delfines” les asaltan pensamientos del tipo...
”Le muevo la silla.. ¿o le hago la competencia?”
Como todas las Resistencias en las Personas, siempre hay unas causas detrás, que si no siempre las justifican, si las hacen comprensibles.En mi experiencia he visto dos tipos de situaciones:En unos casos el relevo no es el adecuado, o no está preparado en ese momento y el empresario espera que algo cambie o madure. Mientras tanto, "tira del carro" y finge que no pasa nada. Pero sí que pasa y todo el mundo suele saberlo.En otros casos, el que no está preparado para jugar otro papel en la vida es el empresario. Y con su resistencia "numantina” va quemando, generando miedo y falta de ilusión en los más cercanos. Por mucho que cada persona quiera justificar su situación, el reloj sigue girando. Y por lógica de edad queda un tiempo relativamente corto hasta que la situación cambie inexorablemente.La vida es compleja y, por supuesto, se dan docenas de situaciones intermedias, pero en todos los casos, en todos, el relevo debe abordarse con mucha previsión (años) y con las más amplias miras. Se trata de un proceso complejo en el que se mezclan, a veces diabólicamente, temas personales, celos, egos, economía y ruina, estilos de liderazgo, valores,… y siempre “bien zarandeado” y sometido a los rigores del mercado y los cambios externos.En diferentes contextos y situaciones se me ocurren argumentos tanto para defender como para atacar esas actuaciones, pero de lo que no tengo duda es de que hace falta:
- Escuchar por aquello de entender. Y no necesariamente estar de acuerdo, puntos de vista distintos ofrecen distintas perspectivas que siempre son enriquecedoras,
- Un buen espacio de tiempo para ensayar opciones y asegurarnos si funcionan o no,
- Ayuda externa para que todas las partes implicadas y relevantes, entiendan el porqué de esas resistencias que están viviendo, y puedan ponerse a encontrar las mejores soluciones, dentro de las posibles.
¿Cuál es vuestra experiencia y opinión a este respecto?