Ya no hay marcha atrás: transformarse es la única salida
Los siguientes párrafos ilustran una situación bastante habitual, corresponde a líderes de empresas que poseen un desarrollo tecnológico óptimo y un nivel de excelencia que anualmente genera el retorno de suculentos beneficios a la organización:El equipo directivo: “Somos buenos y lo sabemos, los magníficos resultados que hemos obtenido hasta la fecha lo avalan. Ya lo dicen nuestros clientes: Somos eficientes, productivos y ambiciosos. Tanto esfuerzo ha dado resultado, poseemos varios reconocimientos y premios a la calidad. Nuestro crecimiento ha sido exponencial estos últimos años, estamos en varios países del mundo y seguimos creciendo…”.El líder: “Como CEO de esta organización creo que una de las claves del éxito ha sido la eficiencia y la existencia de trabajadores fieles y leales a la organización. Pero estoy harto de escuchar lo mismo: No puedo conciliar mi vida familiar con la personal, vivo estresado… Lo que yo creo realmente es que se me están relajando, el personal se está desmotivando. Algunos incluso han sufrido un efecto rebote, de estar muy comprometidos se han despegado por completo. Los más fieles somos los de la empresa matriz, ¿qué les está pasando al resto? ¿Qué hago si el año próximo tenemos que obtener mayores beneficios sin incrementar los gastos? Es lo que hemos hecho hasta ahora, por eso estamos donde estamos”.Algún gerente que vivía esta situación, declaraba en el espacio conversacional que se genera a lo largo de las sesiones de coaching: “Esto se ha hecho tan grande que se me escapa de las manos, no sé qué hacer, estoy desorientado”.El descontento y las tensiones crecen. ¿Qué es lo que falla? Parece que lo que sirvió para crecer no sirve para mantenerse. Para los trabajadores, no es suficiente con lo que tienen, ni con lo que hacen, ni sus sueldos, ni sus cargos, ni el nivel alcanzado. Han perdido el sentido de lo que hacen, la tecnología no puede ir mejor, pero…empiezan a “fallar” las personas.En estas organizaciones se enfrentan a un magnífico reto: la TRANSFORMACIÓN. Digo bien, no es cambio, es transformación. Si tomasen otro camino, podrían encontrarse con el burnout, la fuga de directivos, etc.¿Qué puede hacer entonces un líder para contribuir a esa transformación? He aquí algunos de los elementos clave:
- Convertirse en un líder facilitador de interacciones humanas, que entienda que nos necesitamos los unos a los otros, que fomente la participación y comparta la capacidad de tomar decisiones.
- Generar autonomía. Ya no puede hacerlo todo él/ella, ni siquiera delegar sirve.
- Que se permita vivir la experiencia de cambiar el significado de la palabra poder: “Sigo siendo líder, pero entrego el poder al equipo, ya no necesito mostrar todo lo que valgo, ni exportar tanto mi imagen”.
- Integrar equipos, por ello, el trabajar en equipo se convierte en una necesidad.
- Ayudar a encontrar el sentido de lo que se hace, el “para qué" la organización y cada uno de sus trabajadores hace lo que hace.
- Accionar políticas de empresa que permitan el equilibrio entre vida laboral y personal.
- Promover el aprendizaje y la innovación de su gente.
- Preocuparse del desarrollo personal de los trabajadores, estar dispuest@ a ver que su gente crezca personalmente.
Pero, ¿por dónde empiezo?, podría pensar el/la CEO que lea esto. El primer paso es fácil y sugerente: Por tu propio desarrollo personal. Ser el modelo, más que a seguir, a imitar. Prepararte para ser la persona que lidere la transformación.